El perro no está considerado el mejor amigo del hombre por pocas razones, ya que durante milenios se ha demostrado como el aliado más fiel y cariñoso con el género humano. Aunque por naturaleza un perro es un animal afectuoso con sus dueños, siendo siempre agradecido con quién le alimenta o le da amor, no está de más mejorar la educación que la mascota ya tendrá por instinto. Para esto se puede acudir a una guía para entrenar perros o buscar en los anuncios online profesionales y academias especializadas en educación canina. Sin embargo, antes de acudir a dicha ayuda no está de más familiarizarnos con algunos principios básicos de educación canina.

Lo primero que se debe de tener en cuenta es que todo perro necesita aprender ciertos comportamientos si es que queremos que haga sus necesidades fuera de casa, que no ladre a los invitados o que permanezca al lado de su amo cuando sale a pasear. Para conseguir introducir estos y otros comportamientos en la mente de un perro hay que seguir una serie de recomendaciones tan simples como útiles.

  • Importancia de la repetición. La única forma de que un perro puede aprender algo es repitiéndolo docenas de veces. Es por ello, por ejemplo, que sea necesario sacar al perro para que haga sus necesidades hasta que comprenda que sólo puede hacerlas fuera de casa.
  • Utilidad del refuerzo positivo. Aunque los perros son muy receptivos a la disciplina, hay que diferenciar entre los refuerzos positivos, como una golosina, y los negativos, como el castigo físico. Está demostrado que los primeros, si no se abusa, ayudan al perro a retener lo aprendido, mientras que lo segundo es contraproducente, pues el animal terminará obedeciendo por miedo y con posibilidad de que se revele atacando a su dueño o terceras personas.
  • Necesidad de tranquilidad y tiempo. Como es lógico, lo mejor para educar un perro es hacerlo sin preocupaciones. Lo mejor es reservar algún momento del día o la semana y dedicarlo por entero a la mascota, con el objeto de que con paciencia termine aprendiendo.
  • Diferenciación entre criado y amo. Los lazos sentimentales entre una persona y su mascota pueden llegar a ser tremendamente fuertes, algo que sin duda ya sabe quien ha tenido animales de compañía, los cuales ofrecen un amor totalmente puro e incondicional. Pero se debe recordar que durante la educación el perro es un alumno, pues si el educador no es lo bastante firme el animal optará por no prestarle demasiada atención o directamente ignorarlo.

Además de la educación en si para hacer al perro más dócil y servil, no hay que olvidar el aprendizaje de comandos, u órdenes, que permitan tener al animal siempre controlado. Los comandos se deben enseñar igual que un comportamiento, mediante la repetición y con refuerzo positivo, algo que con el tiempo será interiorizado por el animal y que terminará convirtiéndose en costumbre. Lo ideal es empezar por comandos más sencillos e ir complicándolos a medida que avanza el entrenamiento. Los comandos pueden ser tanto gestuales como vocales o una suma de ambos.

  • El nombre del perro. El primer comando que suele aprender un perro es su propio nombre, el cual se utiliza principalmente para llamarlo. Enseñarlo es muy sencillo, basta con alejarse del mismo y llamarlo por su nombre para que se acerque.
  • Sentado/Quieto. El segundo comando suele ser uno de estos dos, con el objeto de que el animal se tranquilice o permanezca en una situación estática. Un comando muy útil para evitar que el perro se excite demasiado, ante situaciones de tensión o juego.
  • Trucos variados. Después de aprender los comandos básicos, cualquier perro puede dominar una gran variedad de comandos diferentes, desde rodar hasta dar la pata. Como es lógico, los comandos más complicados exigirán más esfuerzo y tiempo, pero todos son dominables dedicándoles la energía necesaria.
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